VIDA
MI VIDA ES UN DON QUE DEBE SER VALORADO
Cuando el Creador sopló el aliento de vida en las narices de los primeros padres de esta Tierra, el acto de otorgar la vida humana fue la culminación de un ámbito de acción más amplio. En primer lugar, se creó un medio ambiente que pudiera estimular todos los sentidos humanos. Cada día podemos encontrar vistas, sonidos, gustos y aromas, y descubrimos que los encuentros repetidos no agotan esas maravillas.
Las mentes humanas, desde las más grandes hasta las más simples, están constantemente incrementando los intentos de comprender el universo. La creación proveyó una abundancia de alimentos. No solo se suplieron nuestras necesidades nutricionales, sino que la actividad de comer llegaría a formar un contexto de gozo y compañerismo.
Las relaciones de amor y respeto mutuo siempre han sido parte del plan del Creador para nosotros. En el equilibrio armonioso entre una mente saludable, un cuerpo sólido y las relaciones significativas que resultan en un espíritu gozoso, los adventistas ven la vitalidad en su mejor expresión.
Por supuesto, vivimos en un mundo que ha dejado de reflejar plenamente el diseño original del Creador. La brecha entre ese ideal y donde nos encontramos junto con nuestro mundo es lo que llamamos pecado.
Las buenas nuevas son que el mismo poder que creó nuestro mundo creó una solución para el problema del pecado. Jesús. El que dijo: “Vine para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Juan 10:10).
Los adventistas creemos que aunque vivimos en un mundo quebrantado, aún podemos tener vidas que reflejen vitalidad.
Usted está invitado a aprender más de lo que entendemos es el propósito de un cuerpo saludable, una mente iluminada y un espíritu gozoso que se refleja en relaciones saludables.
NUESTRAS CREENCIAS
Las creencias adventistas tienen el propósito de impregnar toda la vida. Surgen a partir de escrituras que presentan un retrato convincente de Dios, y nos invitan a explorar, experimentar y conocer a Aquel que desea restaurarnos a la plenitud.